sábado 13 de octubre
No, nos ha pasado nada. Ayer no escribí porque Clara se ha quedado con el ordenador y yo me volví de Cuzco mientras ella se quedaba allí para irse al día siguiente a Puerto Maldonado. Me imagino que sus amigos del Facebook ya la habréis seguido hasta la selva.
Explicaré brevemente nuestro último día en Cuzco.
Decidimos aprovecharlo. Lo primero, visitar el sitio de Qorikancha situado en la misma ciudad. Se trata del antiguo Templo del Sol inca sobre el que los dominicos construyeron el convento de Santo Domingo. El museo es super cutre, con vitrinas polvorientas de réplicas preincas. Un auténtico horror.
El convento de Santo Domingo, en cambio, es sensacional. Con restos del antiguo templo, una sacristía preciosa, pinacoteca, claustro, etc.
Tomamos un taxi hacia las ruinas de Saqsaywaman (Halcón Saciado). El muy tuno del taxista no deja en la entrada inferior -nosotros ignorábamos que hubiera una más arriba- por lo que tuvimos que deslomarnos hasta llegar a la cumbre. En la puerta, un nativo muy ladino nos pregunta si queremos hacer la excursión a caballo. Duraba dos horas y no nos daba tiempo. Entonces ofrece la versión abreviada prometiéndonos que un taxi nos esperará para llevarnos al centro. Como Clara estaba muy ilusionada aceptamos. Vamos por la Zona X , el Templo de la Luna y Q'Enqo. Se va haciendo tarde y vemos que no vamos a estar de vuelta a la hora prevista. Finalmente el chico de los caballos abandona a una pareja que iba con su niño de cuatro años (a caballo él solito aunque guiado por el muchacho) y, mientras empieza a caer la lluvia, nos acompaña al taxi. No sé qué debió pensar la pareja en cuestión.
El taxi -que nos quiere cobrar mucho más de lo previsto aunque no se lo pagamos, nos deja en la plaza Regocijo, donde se encuentra el Chicha de Gastón Aturio (creo que TVE ha emitido hace un par de días un documental de este cocinero con Ferran Adrià). Unos raviolis (Clara) y unos anticuchos (corazones de ternera) con papas y choclo (maíz) regados con chica morada (bebida fermentada de maiz) para mí y sorbetes, ella, y queso helado, yo.
El taxi que nos llevó a la estación de Poroy para el Machu Picchu había quedado en recogernos a las tres en el hotel para llevarme al aeropuerto. Allí estábamos a esa hora pero él no. Se ve que había tenido otro servicio que se demoró. Llamamos a otro que dice va a venir a diez minutos. Dejamos pasar a varios que pasan por delante del hotel y, pasado un cuarto de hora, no pasan ningún taxi más ni viene el que había prometido que lo haría. Histéricos ya y dispuestos a bajar con las maletas a la plaza de Armas a pillar lo que sea, llega por fin el taxi que me deja sin más contratiempo en el aeropuerto.
Me ha dado pena dejar a Clara. A ver qué tal le va en la selva.
Con la separación de padre e hija, el blog se acaba.
¡ESTO ES TODO AMIGOS!
Nota final
El padre, camello
Debo tener cara de traficante de cocaína porque al salir de Lima me ha parado la policía y revisado el equipaje -que ya estaba facturado- a fondo. Y cuando digo a fondo es a fondo. Zapatos, ropa sucia, neceser, todos los regalos abiertos. Un fastidio.
Pero no termina aquí: a mi llegada a Barcelona la Guardia Civil me para y me vuelve a revisar todo el equipaje aunque no tan a fondo como en Perú.
Jorge, el camello (lástima no tener fotos del cacheo).
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