Me dice Clara que le estoy echando poco humor a este viaje. Será que Francia no es un país lo suficientemente exótico como para propiciar situaciones tan risibles como las que acontecieron en Perú y Marruecos.
Ayer, sin embargo, no logré evitarme el ridículo de no conseguir hallar la tienda de Fauchon -aquí pequeño homenaje a "La grande bouffe"- a la que tantas veces me había acercado (para admirar sus escaparates). Seguía estando, por supuesto, en la plaza de la Madeleine pero unos cien metros más allá de donde yo me empeñaba en situarla.
Empezamos nuestro último día en París visitando -por recomendación de mi cuñado Pedro (Gimferrer)- la casa museo de Delacroix, una pequeña joya en pleno barrio latino, con su estudio original y un pequeño y romántico jardín que crea en su entorno un remanso de paz. Acto seguido hemos callejeado por los alrededores hasta llegarnos a la Shakespeare and Company, mítica librería a la que nunca me había acercado. Hay que reconocer que conserva un excelente ambiente pese a las hordas de turistas que se apelotonan en sus estrechísimas y laberínticas estancias. A sus puertas, como puesta a propósito para que posen ante ella los japoneses, una de las muchas fuentes Wallace que proliferan en la Ciudad Luz.
El horripilante conjunto de Les Halles está en obras. Es imposible que quede más feo que antes. Por lo que ir a la Fnac que hay en su interior se convierte en una pequeña aventura. No encuentro el cd que me encargó Hugo pero aprovecho para hacerme con la integral de todas las películas de Truffaut. Me relamo de gusto ante una revisión de todas ellas.
Llevo a Clara a Colette, la tienda más pija de París, que le encanta y donde se deja sus buenos euros. Luego llegamos, por fin a Fauchon, en cuya terraza -a pleno sol- nos tomamos un exquisito tentempié a base de foie, quesos y deliciosas tartaletas regadas con un blanco perfecto. La joie de vivre.
Recogemos las maletas (llenas hasta los topes) y tomamos en Saint Michel el RER hasta el Charles de Gaulle. El espantoso calor que soportamos en el tren provoca que nos abalancemos sobre una botella de agua helada al llegar al aeropuerto.
Nuestro vuelo a Barcelona solo tiene un retraso de media hora. Tout est bien qui finit bien.
Lo siento, Clara, no me podía ir a dormir sin escribir.
viernes, 3 de octubre de 2014
jueves, 2 de octubre de 2014
El encanto de París
París siempre será París. Pese a los turistas, las espantosas tiendas de souvenirs y la escasa limpieza de sus lavabos, su maravilloso urbanismo y toda la literatura (y cine) que evocan sus calles y ambientes la convierten en una experiencia mágica. Menudo topicazo.
Empezamos el día con la magnífica y completísima exposición dedicada a Niki de Saint Phalle en el Grand Palais. Conocía sus célebres 'Nanas' pero ignoraba su (trágica) vida y otras etapas de su interesantísima obra. Una muestra indispensable.
Después hemos ido a l' Orangerie a la expo de Émile Bernard, un simbolista francés bastante desconocido y poco valorado, sin duda a causa de los giros de su pintura, influenciado (demasiado) por el entorno que le rodeaba. Junto a cuadros preciosos, como los de las bretonas, hay verdaderos espantos como los de temática religiosa, desnudos mitológicos y cuadros costumbristas. De todas maneras, la visita resulta interesante y permite, además, ver de nuevo, en el mismo mseo, las bellísimas 'nymphéas' de Monet y la colección de Jean Walter y Paul Guillaume que incluye piezas tan interesantes como 'La carreta del padre Junier', con su inquietante perro Marquis, sentado como uno más de la familia y unos dioramas de a casa de Paul Guillaume preciosos.
Paseando hasta la Madeleine, donde hemos cogido el metro hasta Montmartre, donde hemos comido quiche pizza y quesos en la panadería Le coquelicot, famosa por sus baguettes y cruasanes. Subida en funicular al Sacré Coeur y paseíto cuesta abajo hasta el Moulin Rouge.
Tras el preceptivo descanso en el hotel no hemos tenido más que cruzar la calle para cenar en Germain, un restaurante muy hypster, de decoración enloquecida, atractivas camareras y excelente carta. El ambiente muy moderno. Bed time...
Empezamos el día con la magnífica y completísima exposición dedicada a Niki de Saint Phalle en el Grand Palais. Conocía sus célebres 'Nanas' pero ignoraba su (trágica) vida y otras etapas de su interesantísima obra. Una muestra indispensable.
Después hemos ido a l' Orangerie a la expo de Émile Bernard, un simbolista francés bastante desconocido y poco valorado, sin duda a causa de los giros de su pintura, influenciado (demasiado) por el entorno que le rodeaba. Junto a cuadros preciosos, como los de las bretonas, hay verdaderos espantos como los de temática religiosa, desnudos mitológicos y cuadros costumbristas. De todas maneras, la visita resulta interesante y permite, además, ver de nuevo, en el mismo mseo, las bellísimas 'nymphéas' de Monet y la colección de Jean Walter y Paul Guillaume que incluye piezas tan interesantes como 'La carreta del padre Junier', con su inquietante perro Marquis, sentado como uno más de la familia y unos dioramas de a casa de Paul Guillaume preciosos.
Paseando hasta la Madeleine, donde hemos cogido el metro hasta Montmartre, donde hemos comido quiche pizza y quesos en la panadería Le coquelicot, famosa por sus baguettes y cruasanes. Subida en funicular al Sacré Coeur y paseíto cuesta abajo hasta el Moulin Rouge.
Tras el preceptivo descanso en el hotel no hemos tenido más que cruzar la calle para cenar en Germain, un restaurante muy hypster, de decoración enloquecida, atractivas camareras y excelente carta. El ambiente muy moderno. Bed time...
miércoles, 1 de octubre de 2014
Otoño en París
Bueno, lo de otoño es un decir pues hace un calor agobiante. Y no, no he acertado en la ropa. Dejando aparte que anoche creí haber preparado un pantalón -de lana, ay- y de color gris aunque a la luz de París he comprobado que era verde (qué moderno, con camisa azul, casi parezco Joaquín Torres) y tenía un bajo totalmente descosido; la americana era también de lana y la he tenido que llevar todo el día al brazo.
Hemos salido con una hora de retraso por niebla en el aeropuerto Charles de Gaulle pero el resto del viaje se ha desarrollado sin contratiempo.
Tras dejar las maletas en el hotel de Buci (muy mono, en el Quartier Latin) hemos ido al Musée Galliera a ver una exposición sobre la moda francesa en los 50. Bonitos vestidos, algo 'fripés'.
Comemos en una brasserie cercana al museo, en la terraza, entre sol y sombra.
Metro a la Bastille y paseo por el Marais y por Saint Germain, con visita a la boutique y librería del Pompidou. Unos lavabos simplemente repugnantes. Descanso en el hotel y cena en Lipp, con clientela más bien sexagenaria. Excelente ensalada de cangrejo; el pollo, flojito.
Este viaje de padre e hija va a ser breve. El viernes volvemos a Barcelona.
Bueno, no consigo insertar ninguna foto. Sorry...
Hemos salido con una hora de retraso por niebla en el aeropuerto Charles de Gaulle pero el resto del viaje se ha desarrollado sin contratiempo.
Tras dejar las maletas en el hotel de Buci (muy mono, en el Quartier Latin) hemos ido al Musée Galliera a ver una exposición sobre la moda francesa en los 50. Bonitos vestidos, algo 'fripés'.
Comemos en una brasserie cercana al museo, en la terraza, entre sol y sombra.
Metro a la Bastille y paseo por el Marais y por Saint Germain, con visita a la boutique y librería del Pompidou. Unos lavabos simplemente repugnantes. Descanso en el hotel y cena en Lipp, con clientela más bien sexagenaria. Excelente ensalada de cangrejo; el pollo, flojito.
Este viaje de padre e hija va a ser breve. El viernes volvemos a Barcelona.
Bueno, no consigo insertar ninguna foto. Sorry...
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